Cazadores de palabras

Ayer pasando de canal en canal paré un momento en el programa de Antena 3 «El hormiguero», no lo veo habitualmente pero al ver al cantante Ricky Martin lo dejé unos minutos. Estaban hablando del huracán que arrasó hace unos meses Puerto Rico, su país. Ricky Martin decía que su hijo le propuso romper su «alcancía» para ayudar a las víctimas del desastre. La entrevista no tenía mayor interés pero el uso de esa palabra me pareció maravilloso. Por el contexto era evidente que era un sinónimo de hucha, pero me sonó a palabra antigua, perdida en el tiempo, pero ahí están esos hipanohablantes del otro lado del océano para mantener en uso palabras remotas y a la vez para evolucionar el idioma o para dinamizarlo con nuevos usos. Desde España nos sentimos a menudo como el ombligo del idioma español y no somos conscientes de que la mayoría de hablantes del idioma no son españoles.

Busqué el significado en el diccionario de la RAE y esto es lo que encontré:

alcancía.
Del ár. hisp. *alkanzíyya, este del ár. clás. kanz ‘tesoro’, y este del pelvi ganǰ.

1. f. Vasija, comúnmente de barro, cerrada, con solo una hendidura estrecha hacia la parte superior, por donde se echan monedas que no se pueden sacar sino rompiendo la vasija.

2. f. Bola hueca de barro seco, del tamaño de una naranja, que, llena de ceniza o de flores, servía para hacer tiro corriendo o jugando alcancías.

3. f. Olla llena de alquitrán y otras materias inflamables que, encendida, se arrojaba a los enemigos.

4. f. Am. Cepillo para limosnas o donativos.

5. f. germ. padre de mancebía.

6. f. pl. Juego de correr alcancías.

Como era de suponer es una palabra del árabe hispánico con origen en el árabe clásico (Kanz), que a su vez la heredaron de la lengua pahlavi, que es persa medieval. No está nada mal el recorrido de esta palabra desde la Persia de las Mil y una Noches hasta las costas del Caribe. Los idiomas nos definen en muchos aspectos, nos dicen de donde venimos, con quién nos relacionamos, como nos comunicamos. Cada uno de ellos, desde el más hablado (¿chino mandarín?¿inglés?) hasta los más locales, como el euskera, deben ser preservados, conocidos y tenidos como lo que son tesoros de diversidad.

Cuantas palabras o términos no escuchábamos de boca de nuestras abuelas que actualmente no usamos, o cuántas palabras forman un pequeño diccionario local de una comarca, de una región, en la que utilizan tal o cual diminutivo y que al hablante de otros sitios nos choca, o debería chocarnos, pero no en sentido negativo, sino en el sentido de descubrimiento, de encuentro, de expansión de nuestro horizonte léxico convirtiéndonos en alertas e intrépidos cazadores de palabras.